En este capítulo especial dedicado a el principito, Cristián Warnken habla sobre el pensamiento pedagógico en este libro, sumamente importantes tanto para padres como educadores.
El libro “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry es una obra literaria que ha cautivado a lectores de todas las edades desde su publicación en 1943. Aunque es una fábula poética que aborda una amplia gama de temas, uno de los aspectos más destacados de la historia es la relación entre la educación y la infancia que se presenta a lo largo de la narrativa.
En “El Principito”, el protagonista, un niño proveniente de otro planeta, viaja por diferentes asteroides y finalmente llega a la Tierra. A medida que interactúa con los adultos que encuentra en su camino, el Principito se da cuenta de que la educación y la mentalidad de los adultos están en contraste con su propia visión del mundo, basada en la inocencia y la sinceridad propias de la infancia.
Esta obra maestra de la literatura muestra cómo los adultos a menudo se centran en lo material, lo práctico y lo superficial, mientras que los niños, como el Principito, valoran la amistad, la imaginación y la conexión emocional. La historia también destaca cómo la educación formal puede restringir la creatividad y la espontaneidad de los niños, convirtiéndolos en adultos preocupados por las apariencias y las normas sociales.
El mensaje subyacente es un llamado a la reflexión sobre la importancia de preservar la inocencia y la autenticidad de la infancia en un mundo que a menudo enfatiza la conformidad y la búsqueda de éxito material. “El Principito” nos invita a recordar la importancia de ver el mundo a través de los ojos de un niño y a valorar la educación que fomente la curiosidad, la empatía y la creatividad en lugar de reprimirlas.